Las participantes se reunieron en la
sala a las 9h 30. Durante la oración las participantes levantaban sus manos cantando:
Santo, santo, santo,
al mismo tiempo que
reconocían a Dios
como dador de todo bien.
Ponían las manos sobre el corazón
como recibiendo el don que se les ofrecía, para abrirlas después como signo de
compartirlo.
Los versículos del Evangelio: Jn 14,12 les invitaban a la
confianza :
“¿No creéis que yo estoy en el Padre
y el Padre en mí?…En verdad en verdad os digo, el que cree en mí, hará también
las obras que Yo hago y mayores aún.”
Fue un día de reunión en grupos de
discernimiento para compartir la reflexión personal sobre las preguntas que les
dieron el viernes:
- A la luz de la visión del Instituto ofrecida por los diferentes informes ¿cuáles son las tres cuestiones clave que el Capítulo debe tratar para dar una orientación fuerte al Instituto en los próximos seis años?
Antes de comenzar el trabajo
Christine, les dio algunas ideas sobre dónde está el Instituto en su respuesta
al cambio.
En los últimos decenios el Instituto ha tratado
eficazmente los tres primeros niveles. Ahora es el momento de regenerar las
fuentes de energía y compromiso para el futuro de todas las vocaciones Sagrada
Familia para ver cómo interconectar con las enormes mutaciones de nuestro
mundo.
Se invitó a las capitulares a mirar el Instituto desde el
exterior, a pensar fuera de lo establecido y encontrar un lenguaje nuevo para
expresar lo que está sucediendo.
Los grupos tomaron un
tiempo de reflexión personal antes
de compartir, en un ambiente de profunda escucha, el aporte de cada una.
Por la tarde, el compartir de los grupos proporcionó un
interesante telón de fondo para descubrir y profundizar hacia dónde nos
dirigimos.
Christine, en su rol de facilitadora, aprovechó la
oportunidad para comentar la complejidad a la cual se enfrentan los Institutos,
incluyendo el nuestro, para enfrentarse a un mundo global.
Refiriéndose a los
temas del gobierno y la pertenencia como miembro, seleccionó unos pasajes de la
carta del Papa Evangelii Gaudium, demostrando que tenemos necesidad de un nuevo
marco para lo que estamos haciendo.
El día llegó a su fin a
las 6 de la tarde, como de
costumbre, y la facilitadora pidió a las participantes guardar
silencio y tomar tiempo para pensar,
orar, dejar que el Espíritu hablara
y ver qué ideas
iban brotando.
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